La costumbre de llegar tarde a todas partes dice mucho de nuestra personalidad; y también, podría indicar, quizás erróneamente, que somos incapaces de respetar el tiempo de los demás.
Contrario a lo que muchos pudiéramos creer, la tardanza no es una cualidad netamente de las personas irresponsables o desorganizadas, por el contario; estudios en Manejo Efectivo del Tiempo y Organización Gerencial han demostrado, que éste es un defecto del cual adolecen gran cantidad de ejecutivos eficaces y exitosos.
De hecho, no es raro encontrarnos con personas altamente organizadas y efectivas quienes, definitivamente, no pueden llegar a tiempo a una cita. En estos casos, la mayoría de las veces, el problema radica en que estas personas quieren exprimir hasta el último segundo de productividad a la tarea que estén realizando en un determinado momento, antes de pasar a una nueva tarea, dejando sólo el tiempo justo para el desplazamiento, sin contar con el surgimiento de posibles inconvenientes.
Para estos casos, cuando nos enfrentemos con la tentación de querer esperar hasta el último momento para pasar a otra actividad, es bueno que recordemos que los imprevistos pasan, justamente, cuando menos los estamos esperando (por eso se llaman imprevistos); y que las personas que aguardan por nosotros merecen la consideración de que lleguemos a tiempo, ya que lo más probable es que ellos hayan cesado ciertas tareas para llegar a tiempo a esa reunión.
Tips: organice su agenda de tal manera que pueda contar con el tiempo necesario, para prepararse, adecuadamente, entre una actividad y otra.