Hasta hace unas semanas el
Covid-19 era un virus, para muchos desconocido, que desde finales de noviembre
principios de diciembre del 2019, empezó a esparcirse por el mundo, desde la
ciudad de Wuhan en China. Debido a este
virus los contagios y muertes empiezan a sucederse por todo el mundo, se
declara una Pandemia y, como en todas las veces que esto ha sucedido a la largo
del devenir histórico de la humanidad, las naciones empiezan a aplicar un
sistema de cuarentena en diferentes grados; y así, hemos pasado unos tres cuatro
meses distanciados de nuestra cotidianidad, más no aislados.
Se nos impuso un distanciamiento
social que llevó a una parte de nosotros a teletrabajar, otros fueron
suspendidos y otros básicamente perdieron, en un abrir y cerrar de ojos, sus
fuentes de sustento. Pero esto sucedió al
momento de declararse la Pandemia y durante la cuarentena, cuando estábamos
encerrados en casa, cumpliendo con nuestra responsabilidad civil guiados por el
hashtag “#quedateencasa”. Ahora, desde hace unos días, varios países
han empezado a abrir las puertas de los hogares y a permitir que salgamos a la
calle en busca de la “nueva normalidad”.
¿Y qué ha sucedido?
Esta nueva normalidad nos ha
golpeado de lleno en la conciencia de nuestra realidad actual y nos ha
paralizado; y sin darnos cuenta, nos
hemos vuelto a encerrar, ahora de manera voluntaria, porque no sabemos ¿qué
hacer? ¿Cómo enfrentar esta nueva vida que nos esperó afuera pero nos obliga a
estar dentro? Y aunque muchos negocios
ya están abiertos, luchando por sobrevivir; aplicando, ya no planes de
contingencia sino de supervivencia; las personas siguen saliendo sólo cuando es
imprescindible, guiados por la necesidad y no por el deseo que los corroía
cuando estaban encerrados.
Y es que para muchos, esta nueva
normalidad ha traído desempleo, deudas, carencias, incertidumbre; y el reinicio
del ciclo de adaptación al cambio que ya habíamos pasado con el inicio de la
Pandemia, y estamos viendo con incredulidad, miedo y frustración que mientras
estábamos encerrados en casa, cumpliendo con el deber ciudadano de cuidarnos y
cuidar de los demás, lo hemos perdido casi todo.
Y es ahora, terminada la
cuarentena, cuando empieza la verdadera crisis, para muchos.
Tómate tu tiempo para digerir lo
que está pasando. Cada uno de nosotros está
viviendo esta etapa de Postcuarentena
en forma muy diferente, lo importante es no precipitarse en tomar ninguna
acción.
Analiza tu situación actual;
evalúa tus recursos y concéntrate en administrar, eficientemente, tus recursos
escasos. Dale prioridad a las
obligaciones contractuales y a las cosas importantes. Empieza a estudiar el mercado para ver dónde
se presenta una oportunidad laboral, prepárate para competir por ella porque la
lucha será titánica. Evalúate, ¿qué
recursos posees? ¿Cuál es tu capital intelectual? ¿Qué sabes hacer por lo que
otros están dispuestos a pagar?
El outsourcing (subcontratación-contratación
externa), debería ser una de las herramientas más utilizadas por las empresas para sobrellevar el
recorte de personal que han tenido que realizar; ofrece tus servicios de manera
externa, será una opción que ellos estarán dispuestos a ponderar.
Reúnete con los miembros de tu
familia y organícense. Creen un
presupuesto – una tabla de control de gastos – los que todavía estén recibiendo
algún salario distribúyanse las obligaciones financieras – eliminen los gastos
hormigas, más adelante ya habrá tiempo, y sobre todo recursos, para darse algún
gustito; por ahora, adminístrese con cabeza fría para que pueda sortear esta
crisis con la menor pérdida posible.
Si es de los pocos que aún tiene
un empleo, asegúrese de mantenerlo y cumplir con sus obligaciones; ha llegado
el momento de dar esa milla extra.
Recuerda lo que nos decían las abuelas:
“mija guarde pan para mayo”
esta etapa es mayo; “mija guarde siempre
su clavito” este es el martillo para clavar ese clavito. No lo gaste todo, saque algo para ahorrar
porque “mayo” será largo, muy largo.
Aunque ahora no lo parezca, son
muchas las opciones que tiene para salir adelante; sólo dese la oportunidad de
reconocer sus fortalezas e identificar las oportunidades que está ofreciendo
esta nueva normalidad que por ser “nueva”, se hace necesario que se cambie el “chip”
y se mentalice en que su comportamiento y forma de proceder, deben cambiar.
Recuerde: todo pasa; esto también
pasará.