La Baronesa Bertha von Suttner, nació en Praga
en 1843, con el título y nombre de Condesa Kinski von Wchinitz, los cuales
cambió al casarse en secreto con el Barón von Suttner, Arthur Gundaccar. La vida de la Baronesa estuvo marcada por el
autoritarismo de su padre quien fue mariscal de campo durante el militarismo
del imperio Austrohúngaro, lo que hace comprensible su activa lucha por el
pacifismo.
La Baronesa y su esposo se convirtieron en uno
de los más destacados equipos de intelectuales de su época, ya que se ganaban
la vida publicando novelas y realizando traducciones, llegando a escribir exitosas
novelas y reportajes bélicos, lo que fue desarrollando su Teoría Pacifista, logrando
influenciar a destacados intelectuales de su época como Ernest Renan y Charles
Darwin, entre otros.
Pero una de las más grandes paradojas en la
vida de la Baronesa von Suttner, fue su amistad con alguien mundialmente
célebre por representar la antítesis de la paz.
Esto sucedió mucho antes de destacarse como pacifista. Su posterior suegra, la madre de Arthur
Gundaccar, en un intento por alejarla de su hijo, movió los hilos para que esta
fuese nombrada para trabajar como secretaria del más grande fabricante de
explosivos y armamentos del reino, Alfred Nobel, quien en ese entonces, residía
en Paris, Francia.
A pesar de que su relación de trabajo duró
poco; su amistad sobrepasó el tiempo y la distancia; se dice, incluso, que ella
fue quien influyó en el deseo de Alfred Nobel, de crear un premio donde se distinguiera
a aquellas personas que contribuyeran al mantenimiento y defensa de la
paz.
En el 1905, a la Baronesa Bertha von Suttner,
le entregaron el Primer Premio Nobel de la Paz, galardón que, sin lugar a
dudas, obtuvo por derecho propio.
La Baronesa von Suttner murió un mes antes de
estallar la Primera Guerra Mundial, evitándole la muerte, el ser testigo de los
horribles hechos contra los cuales, ella por tanto tiempo se pronunció y luchó.